Érase una vez una mujer que se sentía verdaderamente decepcionada y triste. Una tarde después de haber permanecido durante mucho tiempo sentada en el sillón de su casa contemplando los pobres resultados de su vida amorosa y dándole vueltas a pensamientos angustiosos e inciertos acerca de los sentimientos que guardaba hacia ella su pareja; lloró y lloró con un dolor intenso que la envolvía.
La mujer se encontraba en un estado de tristeza tal que no tenía ganas de hacer otra cosa más que seguir llorando y preguntándose una y otra vez:
¿Qué estoy haciendo mal?
¿Por qué tengo tan mala suerte en el amor?
¿Por qué no puedo sentirme realmente amada al lado de una pareja maravillosa? ¿Por qué todas mis relaciones son tan inciertas, tan tristes, tan llenas de dolor y de angustia?
¿Por qué parece que cuando he encontrado al amor que quiero este empieza a alejarse de mí y siento que pierdo todo lo que he querido?
¿Cómo puedo hacer que me quiera tanto como deseo?
¿Por qué el amor implica tanto sufrimiento?
¿Por qué una relación amorosa tiene que incluir tanto dolor e incertidumbre constante?
Miles de preguntas rondaban en la cabeza de esta mujer, sus lágrimas caían lentamente y entre más preguntas se hacía, más triste se sentía, a veces sentía que un miedo intenso la envolvía a tal grado que no lograba entender porque seguía allí contemplando el dolor que parecía crecer dentro de ella.
¿Habrá una manera distinta y más fácil para dejar de vivir esto que ahora estoy viviendo? –Se preguntó de pronto.
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En eso decidió moverse de ese sillón en el que había permanecido ya por varias horas. Camino fuera de casa, estaba despuntando la tarde y los últimos rayos del sol parecían despedirse, la mujer observo el cielo y sintió un instante de alivio al contemplar la majestuosa belleza de ese momento en el que el sol se esconde y da paso a la oscuridad de la noche, luego dirigió su vista hacía el paisaje sublime que tenía frente a sus ojos, el mar apacible e inmenso, había olvidado la dicha que tenía de vivir cerca de un paisaje tan bonito como esté, decidió agradecerlo.
Se había mantenido tan inmersa en su tristeza que sin darse cuenta había olvidado que había muchas más cosas alrededor de ella que le querían recordar lo maravillosamente perfecta que puede ser su vida, lo sintió por un instante cuando contemplo el paisaje que logró robarle toda la atención hacia esa belleza y de nuevo recordó que se sentía vacía, vacía de amor, vacía de sus sueños, vacía porque el tema amoroso parecía permanecer en status continuo de un simple deseo sin final feliz.
Recordó que tenía el corazón roto, y se sentó en el piso de madera agacho su cabeza y comenzó a llorar de nuevo.
Se sentía atrapada en el dolor, presa de la incertidumbre, su mente consciente le mostraba una realidad física en donde el amor parecía esquivo. Sin importar cuantas relaciones amorosas hubiese iniciado, parecía que era la continuación de una misma historia que se repetía, donde el dolor, la angustia y la sensación de no ser comprendida y amada volvía para demostrarle que no era posible ser verdaderamente feliz o vivir una relación plena.
Tenía rabia dentro de ella, porque había visto como otras mujeres hablaban de tener una vida amorosa plena, mujeres que parecían vivir dentro de una relación realmente feliz, pero quizás ellas habían encontrado esa pareja que es prácticamente escaza, la pareja que todas ansían pero que casi ninguna encuentra, “la pareja ideal” -era lo que ella pensaba. Y entonces…sintió envidia y rabia de nuevo…
Ella tenía una relación, o lo que quedaba de ella, amaba a un hombre que había prometido amarla y estar a su lado siempre, sin embargo, ahora él se había alejado tanto de ella que apenas podían pasar tiempo juntos, había tenido que alejarse por su trabajo y los miedos e inseguridades de ella le había arrastrado a convertirse en una mujer llena de incertidumbres. Confiar en él era casi imposible, sobretodo porque en el pasado ella había confiado una vez en alguién y la habían traicionado. Desde entonces se juró nunca volver a cometer ese error de nuevo, cada vez que su pareja actual le llamaba ella le bombardeaba con preguntas insistentes para descifrar que hacía, con quién pasaba más tiempo, quería saber todo de él, cada uno de su movimientos, las preguntas cada vez eran más incómodas y estas molestaban a su pareja a tal grado que comenzó a sentirse invadido por ella. La relación que había comenzado perfecto, comenzó a resquebrajarse lentamente, él comenzó a perder el interés de hablar con ella, pasaba tanto tiempo trabajando que lo único que quería era relajarse y tener su mente tranquila…
Hablar con ella significaba someterse a un interrogatorio molesto e incómodo que prefería evitar, ella entonces esperaba sentada frente al teléfono la llamada que no llegaba y en ese tiempo, imaginaba a su hombre ocupado traicionándola, esto le provocaba dolor intenso y una desesperación interna que no lograba acallar por nada. Seguía atrapada por sus pensamientos, dándole el control a su mente inconsciente que la dañaba cada vez más con esas imágenes en las que permanecía. Entre más imaginaba las escenas nitidas de la traición efectuada, más sentía dolor, rabia, frustración y sobretodo impotencia; tanta impotencia de no poder hacer nada para evitar perderlo. De pronto decidió que sí él no llamaba entonces ella lo haría, e insistía llena de frustración y rabia dentro de ella, cuando él contestó al teléfono la plática se tornó insultante y ofensiva…
No había nada bueno que pudiera decir luego de haberse mantenido observando estas imágenes nocivas en su cabeza, la mujer sólo rompía a gritos y reclamos, su pareja entonces respondió ofendido de la única manera que pudo en ese momento.
“Ya estoy harto, no quiero seguir con esto” y tiró el teléfono sintiendo tristeza en su corazón porque en verdad quería que las cosas funcionaran, pero a la vez una sensación de alivio recorrió cada parte de su cuerpo.
Que difícil dejar ir a alguien que llegaste a amar tanto, pero esa persona de quién me enamoré parece haberse ido… Pensó el hombre. No quiero pensar más en esto ahora. Y se recostó en la cama para conciliar de nuevo el sueño.
La mujer recordó esa conversación que parecía ser el final de su relación amorosa…
No era justo, para nada justo que las cosas terminaran y se repitiera la misma historia, una ruptura más para mi cuenta, esto no es lo que quiero. Merezco el amor en mi vida, merezco ser feliz, ya estoy cansada de sentir mi corazón roto.
Y de pronto la envolvió un silencio, sintió que su mente inconsciente le había estado dirigiendo durante toda su vida, sintió que su mente le había mantenido presa dentro de su propia cabeza.
¿Cómo estaba tan segura de que este hombre no la quería? ¿Podría estar equivocada? ¿Podría ser posible que su mente le hubiese llevado a imaginar todo lo que ahora le llenaba de dolor y sufrimiento?
Y si acaso eso fuera posible ¿Sería posible retomar el control de su propia mente, de su propia vida, de sus resultados amorosos? ¿Habría una forma de construir una nueva historia dejando de repetir patrones del pasado donde siempre el dolor era el protagonista de esta historia? De pronto sintió una curiosidad que la hizo querer averiguarlo, algo dentro de ella le hizo pensar que podría intentar un movimiento nuevo, hacer algo distinto podría llevarla a un resultado distinto y entonces se puso de pie y comenzó a hacerse muchas otras preguntas.
CONTINUARA (No te pierdas mañana la continuación de esta historia)
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